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Reflexiones Diarias - Febrero

Febrero

El vivir - El morir - El renacimiento - El amor

Calendario de Febrero

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28 de Febrero

«El pensar engendra esfuerzo

«¿Cómo puedo permanecer libre de malos pensamientos, de pensamientos nocivos y caprichosos?» ¿Existe el pensador, el «uno» separado del pensamiento, separado de los pensamientos nocivos, caprichosos? Tenga la bondad de observar su propia mente.

Afirmamos: «Está el yo que dice: "Éste es un pensamiento caprichoso", "Esto es malo", "Debo controlar este pensamiento", "Debo atenerme a este pensamiento"». Eso es lo que conocemos. El «uno», el «yo», el pensador, el que juzga, el censor, ¿es diferente de todo esto? ¿Es el «yo» diferente del pensamiento, diferente de la envidia, diferente del mal?

El «yo» que afirma que es diferente de este mal está perpetuamente tratando de vencerlo, de apartarlo, de llegar a ser esto o aquello. De modo que tiene usted esta lucha, el esfuerzo de apartar sus pensamientos, de no ser caprichoso, etcétera.

En el proceso mismo del pensar hemos creado este problema del esfuerzo. ¿Entiende? Entonces da usted origen a la disciplina, al control del pensamiento: el «yo» controla el pensamiento que no es bueno, el «yo» trata de volverse no envidioso, no violento, trata de ser esto y de ser aquello.

De modo que cuando existe el «yo» y la cosa que éste controla, usted ha dado nacimiento al proceso mismo del esfuerzo. Ése es el hecho real de nuestra existencia cotidiana.»


27 de Febrero

«Liberarse de la ocupación mental

¿Puede la mente estar libre del pasado, libre del pensamiento no del buen o del mal pensamiento-? ¿Cómo lo descubro? Puedo descubrirlo sólo viendo en qué está ocupada la mente. Si está ocupada en el bien o está ocupada en el mal, entonces sólo se interesa en el pasado, está ocupada con el pasado. No está libre del pasado.

En tal caso, lo que importa es descubrir de qué modo se halla ocupada la mente. Si de algún modo se halla ocupada, es siempre con el pasado, porque toda nuestra conciencia es el pasado. El pasado no se encuentra sólo en la superficie, sino en el nivel más elevado, y el énfasis puesto en el inconsciente es también el pasado [...].

¿Puede la mente estar libre de la ocupación? Esto significa: ¿Puede la mente permanecer en su totalidad sin estar ocupada, y dejar que la memoria, los pensamientos buenos y malos, pasen sin que opte entre ellos?

En el instante en que la mente está ocupada con un pensamiento, bueno o malo, se halla interesada en el pasado [...]. Si usted escucha de verdad, no sólo en el nivel verbal sino realmente, a fondo, verá que hay una estabilidad que no pertenece a la mente, que hay libertad respecto del pasado.

No obstante, jamás es posible desechar el pasado. Hay una observación del pasado a medida que transcurre, pero no una ocupación con el pasado. De ese modo, la mente está libre para observar y no optar. Donde hay opción en este movimiento del río de la memoria, hay ocupación, y tan pronto la mente se halla ocupada, está presa en el pasado; y cuando la mente está ocupada con el pasado, es incapaz de ver algo real, verdadero, nuevo, original, incontaminado.»


26 de Febrero

«Evolución hermana

¿Debemos conocer la embriaguez para conocer la sobriedad? ¿Debemos pasar por el odio, a fin de saber qué es ser compasivo? ¿Deben ustedes sufrir guerras, destruirse a sí mismos y a otros, para saber qué es la paz? Éste es, sin duda, un mudó totalmente falso de pensar, ¿no es así?

Primero suponen que hay evolución, desarrollo, un movimiento desde lo malo a lo bueno, y después acomodan su pensar a ese patrón. Es obvio que hay desarrollo físico, la pequeña plantita convirtiéndose en el gran árbol; hay progreso tecnológico, la rueda evolucionando en el curso de los siglos hasta llegar al avión. Pero ¿hay progreso, evolución en lo psicológico?

Eso es lo que estamos discutiendo: si es que hay un desarrollo, una evolución del «yo» que empieza con el mal y termina en el bien. Mediante un proceso de evolución, a lo largo del tiempo, ¿puede el «yo», que es el centro del mal, llegar a ser noble, bueno alguna vez? Evidentemente, no.

Lo que es malo, el «yo» psicológico, seguirá siendo malo siempre. Pero no queremos enfrentarnos con eso. Creemos que mediante el proceso del tiempo, de crecimiento y cambio, el «yo» se convertirá finalmente en la realidad. Ésta es nuestra esperanza, ése es nuestro anhelo: que el «yo», con el tiempo, llegue a ser perfecto. ¿Qué es este «yo» este ego? Es un nombre, una forma, un manojo de recuerdos, esperanzas, frustraciones, anhelos, pesares, sufrimientos, alegrías transitorias.

Queremos que este «yo» continúe y devenga perfecto; por eso, decimos que más allá del «yo» hay un «súper yo», un «yo» más elevado, una entidad espiritual e integral. Pero, puesto que hemos pensado en ella, esa entidad «espiritual» sigue estando dentro del campo del tiempo, ¿no es así? Si podemos pensar en ella, es obvio que se encuentra dentro del campo de nuestro razonamiento.»


25 de Febrero

«La bondad carece de motivo

Si tengo un motivo para ser bueno, ¿origina bondad eso? ¿O la bondad es algo enteramente exento de este impulso deliberado de ser bueno, el cual se basa siempre en un motivo? Lo bueno, ¿es lo opuesto de lo malo, lo opuesto del mal?
Todo opuesto contiene la semilla de su propio opuesto, ¿no es así?

Existe la codicia y está el ideal de no codicia. Cuando la mente persigue la no codicia, cuando trata de ser no codiciosa, sigue siendo codiciosa, porque trata de ser «algo». La codicia implica desear, adquirir, expandir; y cuando la mente ve que ser codiciosa no rinde provecho, desea ser no codiciosa; de modo que el motivo es aún el mismo, o sea, el de ser o adquirir alguna cosa.

Cuando la mente anhela no desear, sigue estando allí la raíz del anhelo, del deseo. En consecuencia, la bondad no es lo opuesto del mal; es un estado por completo diferente. ¿Qué es ese estado?

Obviamente, la bondad carece de motivo, ya que todo motivo se basa en el «yo», que es el movimiento egocéntrico de la mente. ¿Qué entendemos, pues, por bondad? Ciertamente, hay bondad tan sólo cuando hay atención total. La atención es sin motivo. Cuando existe un motivo para la atención, ¿hay atención?

Si presto atención para adquirir algo, la adquisición, ya sea buena o mala, no es atención; es una distracción, una división. Puede haber bondad únicamente cuando hay totalidad de atención; en esa atención total no hay esfuerzo para ser o para no ser.»


24 de Febrero

«Justificamos el mal

Es obvio que la crisis actual en todo el mundo es excepcional, sin precedente. Ha habido crisis de diversos tipos en diferentes períodos a lo largo de la historia: crisis sociales, nacionales, políticas. Las crisis vienen y se van; hay recesiones económicas, depresiones, que llegan, se modifican y continúan en una forma distinta.

Estamos familiarizados con ese proceso, lo conocemos. No hay duda de que la crisis actual es diferente, ¿verdad? Es diferente, en primer lugar, porque nos las estamos habiendo no con el dinero ni con cosas tangibles, sino con ideas. La crisis es excepcional porque se encuentra en el campo de la ideación.

Estamos peleando por ideas, justificamos el asesinato; en todas partes del mundo estamos justificando el asesinato como un medio hacia un fin justo, lo cual es, de sí, inaudito. Antes, se reconocía que el mal era el mal, que el asesinato era asesinato, pero ahora el asesinato es un medio para obtener un resultado noble.

El asesinato, ya sea de una sola persona o de un conjunto de personas, se ve justificado, porque el asesino o el grupo que el asesino representa, justifica ese asesinato como el modo de alcanzar un resultado que será beneficioso para el hombre.

Es decir, sacrificamos el presente por el futuro, sin importar cuáles serán los medios empleados, en tanto declaremos que nuestro propósito es el de producir un resultado que beneficiará al hombre. De eso se infiere, por lo tanto, que un medio malo producirá un fin bueno, y justificamos los malos medios apelando a la ideación...

Contamos con una magnífica estructura de ideas para justificar el mal, y no caben dudas de que eso carece de precedente. El mal es mal; no puede dar origen al bien. La guerra no es un medio para la paz.»


23 de Febrero

«Más allá de la dualidad

¿Acaso no es usted consciente del mal? ¿No son obvias las acciones que ejerce, no es abrumador el sufrimiento que ocasiona? Quién ha creado el mal sino cada uno de nosotros? Tal como hemos creado el bien, por pequeño que fuere, así hemos creado el mal, por enorme que sea.

El bien y el mal forman parte de nosotros y también son independientes de nosotros. Cuando pensamos y sentimos con estrechez mental, con envidia, odio y codicia, estamos sumando mal al mal, y éste se vuelve contra nosotros y nos desgarra. Este problema conflictivo del bien y el mal nos acompaña siempre, puesto que lo estamos creando. Se ha vuelto parte de nosotros este desear y no desear, amar y odiar, anhelar y renunciar.

Estamos creando continuamente esta dualidad que mantiene atrapado el pensamiento sentimiento. Éste puede ir mucho más allá del bien y de su opuesto sólo cuando comprende su causa: el anhelo. Al comprender el mérito y el demérito, nos liberamos de ambos. Los opuestos no pueden fundirse; deben ser trascendidos mediante la disolución del anhelo.

Cada opuesto debe ser examinado, investigado tan extensa y profundamente como sea posible, a través de todas las capas de la conciencia. Por obra de este examen, de esta investigación, se despierta una comprensión nueva que no es producto del anhelo ni del tiempo. En el mundo existe el mal, al que estamos contribuyendo, tal como contribuimos al bien.

El hombre parece unirse más en el odio que en el bien. Un hombre sabio se da cuenta de la causa del mal y el bien, y, comprendiéndola, libera de ella al pensamiento sentimiento.»


22 de Febrero

«El conflicto de los opuestos

Me pregunto si hay tal cosa como el mal. Por favor, preste atención, acompáñeme, investiguemos juntos. Decimos que existen el bien y el mal. Hay envidia y amor, y afirmamos que la envidia es mala y el amor es bueno. ¿Por qué dividimos la vida llamando «bien» a esto y «mal» a aquello, creando de ese modo el conflicto de los opuestos?

No es que no haya envidia, odio, brutalidad en la mente y el corazón humanos, ausencia de compasión, de amor, pero ¿por qué dividimos la vida en la cosa llamada «bien» y la cosa llamada «mal»? ¿No existe, en realidad, una sola cosa, que es una mente inatenta? Por cierto, cuando hay atención total, es decir cuando la mente está por completo atenta, alerta, vigilante, no existen cosas tales como el mal o el bien; sólo hay un estado lúcido, despierto.

La bondad no es, entonces, una cualidad del ser, no es una virtud; es un estado de amor. Cuando hay amor, no hay bien ni mal, sólo hay amor. Cuando uno ama verdaderamente a alguien, no piensa en el bien o el mal, todo su ser está lleno de ese amor. Sólo cuando se termina la atención completa, cuando cesa el amor, surge el conflicto entre lo que soy y lo que debería ser. En este caso, aquello que soy es malo, y lo que debería ser es lo que llamo bueno.

... Observe su propia mente y verá que en el instante en que deja de pensar en términos de llegar a ser alguna cosa hay una cesación de la actividad, cesación que no es estancamiento; es un estado de atención total, el cual es bondad.»


21 de Febrero

«Actuar sin la idea es el camino del amor

El pensamiento debe estar siempre limitado por el pensador, quien se halla condicionado; se halla condicionado siempre, jamás es libre. Cuando surge el pensamiento, de inmediato sigue la idea. La idea, a fin de poder actuar, está forzada a crear más confusión. Sabiendo todo esto, ¿es posible actuar sin la idea? Sí, ése es el camino del amor.

El amor no es una idea, no es una sensación, no es un recuerdo; el amor no es un sentimiento de postergación, un recurso autoprotector.Sólo podemos conocer el camino del amor cuando comprendemos todo el proceso de la idea. ¿Es posible, entonces, abandonar todos los otros caminos y conocer el camino del amor, que es la única salvación? Ningún otro camino, político o religioso, resolverá el problema.

Esto no es una teoría que usted deba considerar y adoptar en su vida; tiene que ser algo real.... Cuando uno ama, ¿existe la idea? No acepte esto; simplemente mírelo, examínelo, investíguelo a fondo. Hemos probado todos los otros caminos, y en ellos no hay respuesta para nuestra desdicha.

Los políticos pueden prometer esa respuesta; las así llamadas organizaciones religiosas pueden prometer la felicidad futura; pero esa felicidad no la tenemos ahora, y el futuro tiene relativamente poca importancia cuando estoy hambriento.

Hemos ensayado todos los otros caminos; pero el camino del amor sólo podemos conocerlo si conocemos el camino de la idea y abandonamos la idea, lo cual implica actuar.»


20 de Febrero

«Una acción sin ideación alguna

La idea es el resultado del proceso del pensamiento, el proceso del pensamiento es la respuesta de la memoria, y la memoria está siempre condicionada. La memoria, que se halla permanentemente en el pasado, es reavivada en el presente por medio de un reto.

La memoria no tiene vida en sí misma cobra vida en el presente cuando debe enfrentarse a un reto. Y toda la memoria, latente o activa, está condicionada, ¿no es así?

En consecuencia, tiene que haber un enfoque por completo diferente. Usted tiene que descubrir por sí mismo, internamente, si está actuando basado en una idea, y si puede haber una acción sin ideación alguna.»


19 de Febrero

«La ideología obstaculiza la acción

El mundo está siempre próximo a una catástrofe. Pero ahora parece estar más próximo. Al ver esta catástrofe que se acerca, la mayoría de nosotros busca refugiarse en una idea. Pensamos que esta catástrofe, esta crisis, puede ser resuelta por una ideología. La ideología es siempre un impedimento para la relación directa, lo cual obstaculiza la acción.

Queremos paz sólo como una idea, no como un hecho. Deseamos la paz en el nivel verbal, o sea, solamente en el nivel del pensar, aunque lo llamemos orgullosamente el nivel intelectual. Pero la palabra paz no es la paz. Sólo podrá haber paz cuando cese la contusión que generan unos y otros.

Estamos apegados al mundo de las ideas y no a la paz. Vamos en busca de nuevos modelos sociales y políticos y no en busca de la paz. Nos ocupamos de conciliar los efectos y no de desechar la causa de la guerra.

Esta búsqueda traerá sólo respuestas condicionadas por el pasado. Estas respuestas condicionadas son lo que llamamos conocimiento, experiencia; y los nuevos hechos cambiantes son traducidos, interpretados de acuerdo con este conocimiento. De modo que hay conflicto entre lo que es y la experiencia que ha sido.

El pasado, que es conocimiento, debe estar siempre en conflicto con el hecho, el cual se halla siempre en el presente. Así pues, esta búsqueda no resolverá el problema sino que perpetuará las condiciones que han creado el problema.»


18 de Febrero

«Las ideas, ¿limitan la acción?

¿Pueden alguna vez las ideas dar origen a la acción, o las ideas tan sólo moldean el pensamiento y, por ende, limitan la acción? Cuando la acción es impuesta por una idea, la acción jamás puede liberar al hombre.

Es extraordinariamente importante para nosotros comprender este punto. Si una idea formula la acción, entonces la acción jamás puede traer consigo la solución de nuestras desdichas, ya que, antes de que esa acción pueda ponerse en movimiento, primero tenemos que descubrir cómo surge la idea.»


17 de Febrero

«Acción sin el proceso del pensamiento

¿Qué entendemos por idea? Ciertamente, la idea es el proceso del pensamiento. ¿No es así? Es un proceso de la mente, del pensar; y el pensar es siempre una reacción, ya sea de lo consciente o de lo inconsciente.

El pensar es un proceso de verbalización, la cual es un resultado de la memoria; el pensar es un proceso del tiempo. De este modo, que, cuando la acción está basada en el proceso del pensar, tal acción debe estar, inevitablemente, condicionada, aislada: la idea debe oponerse a la idea, la idea debe ser dominada por la idea.

Hay un intervalo, entonces, entre la acción y la idea, estamos tratando de descubrir si es posible una acción sin la idea. Vemos cómo la idea separa a las personas. Como ya lo he explicado, el conocimiento y la creencia son, esencialmente, cualidades separativas.

Las creencias jamás unen a la gente, siempre la separan; cuando la acción se basa en una creencia o en una idea o en un ideal, tal acción debe, por fuerza, estar aislada, fragmentada. ¿Es posible actuar sin el proceso del pensamiento, siendo el pensamiento un proceso del tiempo, un proceso de cálculo, de autoprotección, de creencia, rechazo, condena, justificación?

Por cierto, a usted debe habérsele ocurrido, igual que a mí, preguntarse si la acción es de algún modo posible sin la idea.»


16 de Febrero

«Acción sin idea

Sólo cuando la mente está libre de la idea puede haber una experiencia directa. Las ideas no son la verdad; y la verdad es algo que debe ser experimentado directamente, de instante en instante.

No se trata de una experiencia que deseamos, la cual sería entonces mera sensación. Sólo cuando uno puede ir más allá del haz de las ideas que es el «yo», que es la mente, que tiene una continuidad parcial o completa-, sólo cuando uno puede trascender todo eso y el pensamiento está absolutamente silencioso, hay un estado en que se experimenta de manera directa.

En ese estado sabrá uno qué es la verdad.»


15 de Febrero

«Observación directa

¿Por qué las ideas arraigan en nuestras mentes? ¿Por qué no se vuelven sumamente importantes los hechos, no las ideas? ¿Por qué llegan a ser tan significativas las teorías, los conceptos, y no el hecho? ¿Es, acaso, porque no podemos comprender el hecho, porque nos falta la capacidad de enfrentarnos a él, o porque nos atemoriza hacerlo? Así pues, las ideas, las especulaciones, las teorías, son recursos para escapar del hecho...

Uno puede huir, puede hacer toda clase de cosas, los hechos están ahí: el hecho de que uno es irascible, el hecho de que es ambicioso, el hecho de que es sensual, muchísimas cosas. Podrá reprimir los hechos, transmutarlos que es otra forma de represión-, controlarlos, pero todos esos hechos fueron reprimidos, controlados, disciplinados con ideas [...].

¿No desperdician nuestra energía las ideas? No embotan la mente? Uno podrá ser hábil en especulaciones mentales, en citas, pero la mente que apela a las citas es una mente embotada; ha leído muchísimo y cita.

... Uno elimina de un solo golpe el conflicto de lo opuesto, si vive con el hecho y, por lo tanto, libera la energía para enfrentarse al hecho. Para la mayoría de nosotros, la contradicción es un campo extraordinario en el que la mente queda atrapada.

Quiero hacer esto, y hago algo por completo diferente; pero si me enfrento al hecho de querer hacer esto, no hay contradicción alguna; en consecuencia, de un solo golpe he abolido íntegramente todo sentido de lo opuesto, y mi mente está entonces interesada por completo en lo que es y en la comprensión de lo que es.»


14 de Febrero

«La creencia impide la verdadera comprensión

Si no tuviéramos ninguna creencia, ¿qué nos sucedería? ¿No estaríamos muy asustados de lo que podría pasar? Si no tuviéramos un modelo de acción basado en una creencia ya sea en Dios, en el comunismo, en el socialismo en el imperialismo, o en alguna fórmula religiosa, en algún dogma al cual estamos condicionados-, nos sentiríamos totalmente perdidos, ¿no es así?

Y esta aceptación de una creencia, ¿no es un modo de disimular ese miedo, el miedo de ser realmente nada, el miedo al vacío? Después de todo, una copa es útil cuando está vacía; y una mente llena de creencias, dogmas, afirmaciones, citas, es de hecho una mente que carece de creatividad; es una mente tan sólo repetitiva.

El escapar de ese miedo, miedo al vacío, a la soledad, al estancamiento, miedo de no alcanzar la meta, de no triunfar, de no obtener lo que queremos, de no ser o de no llegar a ser esto o aquello, es seguramente una de las razones por las que aceptamos tan ansiosa y ávidamente las creencias, ¿verdad?

Ahora bien, mediante la aceptación de una creencia, ¿nos comprendemos a nosotros mismos? Todo lo contrario. Una creencia, religiosa o política, impide que nos comprendamos a nosotros mismos. Actúa como una pantalla a través de la cual nos miramos. ¿Podemos, pues, mirarnos sin las creencias?

Si eliminamos estas creencias, las numerosas creencias que tenemos, ¿nos queda algo para mirar? Si no tenemos creencias con las que la mente se haya identificado, entonces la mente, sin identificación alguna, es capaz de mirarse y verse tal como es; eso constituye, por cierto, el principio de la comprensión de uno mismo.»


13 de Febrero

«Enfrentarse a la vida de un modo nuevo

Según me parece, una de las cosas que la mayoría de nosotros acepta ansiosamente y da por sentada es la cuestión de las creencias. No estoy atacando las creencias. Lo que tratamos de hacer es averiguar por qué las aceptamos. Y si pudiéramos entender los motivos, las causas de la aceptación, quizá seríamos capaces no sólo de comprenderlas, sino también de liberarnos de ellas.

Uno puede ver cómo las creencias políticas, religiosas, nacionales, y otros tipos diversos de creencias, separan de hecho a los seres humanos, generan conflicto, contusión y antagonismo, lo cual es obvio; sin embargo, no estamos dispuestos a abandonarlas. Está la creencia hindú, la creencia budista, la cristiana... innumerables creencias sectarias y nacionales, diversas ideologías políticas, todas rivalizando entre sí, tratando cada una de convertir a las otras.

Es evidente, todos podemos verlo, que la creencia separa a las personas y crea intolerancia. ¿Es posible vivir sin creencias? Eso podemos descubrirlo sólo si somos capaces de estudiarnos a nosotros mismos en relación con una creencia. ¿Es, entonces, posible vivir en este mundo y no tener creencia alguna? No cambiar de creencias, no sustituir una creencia por otra, sino estar enteramente libres de todas las creencias, a fin de que nos enfrentemos a la vida de un modo nuevo a cada instante.

Esto, después de todo, es la verdad: ser capaces de afrontarlo todo de una manera nueva, afrontarlo de instante en instante sin la reacción condicionadora del pasado, de modo tal que no exista el efecto acumulativo que actúa como una barrera entre uno mismo y lo que es.»


12 de Febrero

«La pantalla de la creencia

Usted cree en Dios y otro no cree en Dios, de modo que las creencias de ustedes los separan. En todo el mundo la creencia está organizada como hinduismo, budismo o cristianismo, así divide a los hombres. Estamos confundidos, y pensamos que mediante la creencia aclararemos la confusión; es decir, la creencia se superpone a la confusión y esperamos que, con eso, la confusión se despejará.

Pero la creencia no es sino un modo de escapar del hecho de la confusión no nos ayuda a aprontar y comprender el hecho, sino a escapar de la contusión en que nos encontramos. Para comprender la contusión, no es necesaria la creencia; ésta sólo actúa como una pantalla entre nosotros y nuestros problemas. Por eso la religión, que es una creencia organizada, se convierte en un medio para escapar de lo que es, del hecho de la confusión.

El hombre que cree en Dios, el que cree en el más allá, o aquel que tiene alguna otra forma de creencia, está escapando de un hecho: el hecho de lo que él es. ¿Acaso no conocemos a esas personas que creen en Dios, que practican puja, que repiten ciertos cantos y ciertas palabras, y que en su vida cotidiana son dominadoras, crueles, ambiciosas, tramposas, deshonestas?

¿Encontrarán ellas a Dios? Están verdaderamente buscando a Dios? ¿Puede encontrarse a Dios mediante la repetición de palabras, mediante la creencia? Sin embargo, tales personas creen en Dios, adoran a Dios, van al templo todos los días, lo hacen todo para eludir el hecho de lo que son; y a esas personas las consideramos respetables, porque esas personas somos nosotros mismos.»


11 de Febrero

«Más allá de la creencia

Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría, alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo; le volvemos la espalda.

Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindú, la budista, etcétera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos.

De modo que empezamos una indagación para averiguar qué es lo verdadero, cuál es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teorías.

La creencia es corrupción, porque detrás de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el «yo» el «yo» que se vuelve cada vez más grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religión. Pensamos que creer es ser religioso. ¿Comprende?

Si no creemos, se nos considerará ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenará a los que creen en Dios, y otra sociedad condenará a los que no creen. Ambas son la misma cosa.

Así pues, la religión se vuelve una cuestión de creencia; y la creencia actúa y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jamás puede ser libre. Pero sólo en libertad podemos descubrir qué es lo verdadero, qué es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad.»


10 de Febrero

«La mente Agitada por la creencia

La religión de ustedes, su creencia en Dios, es un modo de escapar de la realidad; por lo tanto, no es religión en absoluto. El hombre rico que acumula dinero a base de crueldad, de falsedad, de astuta explotación, cree en Dios; y ustedes también creen en Dios, también son astutos, envidiosos, crueles, suspicaces.

¿Es posible encontrar a Dios por medio de la falsedad, del engaño, de los arteros trucos de la mente? El hecho de que uno coleccione todos los libros sagrados y los diversos símbolos de Dios, ¿indica que es una persona religiosa? De modo que la religión no es un escape respecto de los hechos; religión es comprender el hecho de lo que somos en nuestra existencia cotidiana: la manera como hablamos, la clase de conversaciones que sostenemos, el modo como nos dirigimos a nuestros sirvientes, como tratamos a nuestra esposa, a nuestros hijos y vecinos.

En tanto no comprendamos la relación con nuestro prójimo, con la sociedad, con nuestra esposa y nuestros hijos, tiene que haber confusión; y la mente confundida, haga lo que hiciere, sólo creará más confusión, más problemas y conflictos. Una mente que escapa de lo factual, de los hechos de la relación, jamás encontrará a Dios; una mente agitada por la creencia no conocerá la verdad.

Pero la mente que comprende su relación con la propiedad, con la gente, con las ideas, que ya no lucha más con los problemas que genera la relación, una mente para la que la solución no es el retiro, sino la comprensión del amor, sólo una mente así puede comprender la realidad.»


9 de Febrero

«En qué creemos

¿No brinda entusiasmo la creencia? ¿Puede el entusiasmo sostenerse sin una creencia? Y ¿es siquiera necesario el entusiasmo, o lo que se requiere es una clase diferente de energía, de vitalidad, un impulso diferente? La mayoría de nosotros siente entusiasmo por una cosa u otra. Somos muy vehementes, muy entusiastas con respecto a conciertos, a la ejercitación física, o cuando vamos a un «picnic».

A menos que sea alimentado todo el tiempo por una cosa u otra, el entusiasmo se desvanece y tenemos un entusiasmo nuevo por otras cosas. ¿Existe una fuerza, una energía que se sostenga por sí misma, que no dependa de creencia alguna?

La otra pregunta es: ¿Necesitamos, acaso, una creencia, de cualquier clase que sea? Si así fuera, ¿por qué es necesaria? Ése es uno de los problemas involucrados. No necesitamos «creer» que existe la puesta del sol, que existen las montañas, los ríos. No necesitamos «creer» que reñimos con nuestras esposas.

No necesitamos «creer» que la vida es una desdicha terrible con su angustia, su conflicto y su constante ambición; eso es un hecho. Pero necesitamos una creencia cuando queremos escapar de un hecho hacia una irrealidad.»


8 de Febrero

«Comprender «lo que es»

Ciertamente, un hombre que comprende la vida, no necesita creencias. Un hombre que ama no tiene creencias; ama. El que tiene creencias es el hombre consumido por el intelecto, porque el intelecto está siempre buscando seguridad, protección, siempre está evitando el peligro y, por eso, engendran ideas, creencias, ideales, detrás de los que pueda protegerse.

¿Qué ocurriría si ustedes abordaran la violencia directamente ahora? Serían un peligro para la sociedad; y debido a que la mente anticipa el peligro, dice: «Alcanzaré el ideal de la no violencia dentro de diez años», lo cual es un proceso totalmente ficticio, falso... Comprender lo que es importa más que crear y seguir ideales, dado que los ideales son falsos y lo que es, es lo real.

Para comprender lo que es se requiere una capacidad enorme, una mente rápida y libre de prejuicios. Debido a que no queremos afrontar y comprender lo que es, inventamos las numerosas vías de escape y les damos hermosos nombres, tales como ideal, creencia, Dios. Por cierto, sólo cuando veo lo falso como falso, mi mente es capaz de percibir lo verdadero. Una mente contundida en lo falso jamás puede encontrar la verdad.

Por lo tanto, debo comprender qué es falso en mis relaciones, en mis ideas, en las cosas que hay a mí alrededor, porque percibir la verdad exige que se comprenda lo falso. Sin eliminar las causas de ignorancia, no puede haber iluminación; buscar la iluminación cuando la mente se debate en la ignorancia es absolutamente vano y sin sentido.

Por consiguiente, debo empezar a ver lo falso en mis relaciones con las ideas, con la gente, con las cosas. Cuando la mente ve lo que es falso, se manifiesta lo verdadero; entonces hay éxtasis, hay felicidad.»


7 de Febrero

«Cuando hay amor, el «yo» está ausente

La realidad, la verdad, no puede ser reconocida. Para que la verdad se manifieste, deben desaparecer la creencia, los conocimientos, la experiencia, la persecución de la virtud que es muy diferente de ser virtuoso-. La persona virtuosa, consciente de que persigue la virtud, jamás puede encontrar la realidad. Puede ser una persona muy decente; esa persona es por completo distinta del hombre que pertenece a la verdad, del hombre que comprende.

Para ese hombre, la verdad se ha manifestado. Un hombre consciente de ser virtuoso y, por lo tanto, de ser justo, jamás puede comprender qué es la verdad, porque la virtud es para él la cubierta del «yo», el fortalecimiento del «yo», dado que está persiguiendo la virtud. Cuando dice: «Debo vivir sin envidia», el estado en el cual es no envidioso y que él experimenta, fortalece el «yo».

Por eso es tan importante ser pobre, no sólo en las cosas del mundo, sino también en creencia y en conocimiento. Un hombre rico en riquezas mundanas, o un hombre rico en creencias y conocimientos, jamás conocerán nada sino oscuridad, y serán centro de todo daño y de toda desdicha. Pero si ustedes y quien les habla, como individuos, podemos ver todo este funcionamiento del «yo», sabremos qué es el amor. Les aseguro que ésa es la única reforma que puede cambiar al mundo.

El amor no es el «yo»; el «yo» no puedo reconocer el amor. Uno dice «yo amo», pero entonces, en el decirlo mismo, en el propio experimentarlo, está ausente el amor. Cuando amamos, el «yo» está ausente. Donde existe el amor, no existe el «yo».»


6 de Febrero

«¿Qué es el «yo»?

La búsqueda de poder, de posición, la autoridad, la ambición y demás, son formas del «yo» en todas sus diferentes expresiones. Pero lo que importa es comprender el «yo», y estoy seguro de que todos estamos convencidos de eso. Si me permiten agregar algo aquí, seamos serios con respecto a esta cuestión; si ustedes y quien les habla, como individuos, no como un grupo de personas que pertenecen a clases sociales, a ciertas sociedades, a determinadas divisiones climáticas, podemos comprender esto y actuar sobre ello, yo siento que habrá una verdadera revolución.

Tan pronto eso se vuelve universal y se organiza mejor, el «yo» se refugia ahí; mientras que si ustedes y yo, como individuos, podemos amar, podemos llevar a cabo esto de manera efectiva en nuestra vida cotidiana, entonces surgirá a la existencia esa revolución que es tan fundamental [...].

¿Saben ustedes qué entiendo por el «yo»? Entiendo por el «yo» la idea, el recuerdo, la conclusión, la experiencia, las diversas formas de las intenciones, tanto las que se pueden nombrar como las innombrables, el esfuerzo consciente de ser o de no ser esto o aquello, la memoria acumulada del inconsciente: lo racial, el grupo, el individuo, el clan, y la totalidad de ello, ya sea proyectado exteriormente en la acción o proyectado espiritualmente como virtud; el esforzarse tras todo esto es el «yo». Ello incluye la competencia, el deseo de ser.

Ese proceso íntegro es el «yo»; y cuando nos enfrentamos con él, sabemos realmente que es algo maligno. Uso la palabra maligno intencionalmente, porque el «yo» es divisivo; el «yo» lo encierra a uno en sí mismo; sus actividades, por nobles que sean, separan y aíslan. Sabemos todo esto.

También sabemos cuán extraordinarios son los momentos en que el «yo» se halla ausente, en que no hay sentido alguno de esfuerzo; ello ocurre cuando hay amor.»


5 de Febrero

«Más allá de toda experimentación

Comprender el «yo» requiere muchísima inteligencia, un estado intenso de vigilancia, de alerta, de agudeza mental, una observación incesante para que el «yo» no pueda escabullirse. Como soy muy serio, quiero disolver el «yo». Cuando digo eso, entiendo que es posible disolver el «yo». Por favor, sea paciente.

Tan pronto digo: «Quiero disolver este "yo"», en el proceso que sigo para disolverlo interviene la experimentación del «yo»; en consecuencia, el «yo» se fortalece. ¿Cómo es posible, entonces, que el «yo» no experimente?

Uno puede ver que la creación no es en absoluto una experiencia del «yo». La creación tiene lugar cuando el «yo» está ausente, porque la creación no es un hecho intelectual, no pertenece a la mente, no es autoproyectada; es algo que está más allá de toda experimentación tal como la conocemos.

¿Puede la mente estar por completo quieta, en un estado de no reconocimiento, o sea, de no experimentación, un estado en el que la creación pueda tener lugar? Es decir, cuando el «yo» no está ahí, cuando se halla ausente. ¿Me estoy expresando con claridad o no?...

El problema es éste, ¿verdad? Cualquier movimiento de la mente, positivo o negativo, es una experiencia que de hecho fortalece el «yo». ¿Puede la mente no reconocer? Eso puede ocurrir sólo cuando hay completo silencio, pero no el silencio que es una experiencia del «yo» y que, por lo tanto, lo fortalece.»


4 de Febrero

«Oportunidades para la autoexpansión

... La estructura jerárquica ofrece una oportunidad excelente para la autoexpansión. Usted puede desear la hermandad, pero ¿cómo puede haber hermandad si está persiguiendo distinciones espirituales? Podrá sonreírse ante títulos mundanos, pero cuando en el reino del espíritu admite al Maestro, al salvador, al gurú, ¿no está transfiriendo a ese reino una actitud mundana? ¿Puede haber divisiones jerárquicas o grados en el desarrollo espiritual, en la comprensión de la verdad, en la realización de Dios? El amor no admite divisiones.

O uno ama, o no ama; pero no convierta la falta de amor en un largo y dilatado proceso cuyo objetivo final es el amor. Cuando usted sabe que no ama, cuando está pasivamente alerta ante ese hecho, entonces hay una posibilidad de transformación; pero cultivar diligentemente esta distinción entre el Maestro y el discípulo, entre aquellos que han logrado llegar y los que no lo han logrado, entre el salvador y los pecadores, es negar el amor. El explotador, que a su vez es explotado, encuentra un apropiado terreno de caza en esta ceguera, en esta ilusión.

... La separación entre Dios o la realidad y uno mismo es generada por uno, por la mente que se aferra a lo conocido, a la certidumbre, a la seguridad. Es imposible tender un puente sobre esta separación; no hay ritual, ni disciplina, ni sacrificio que pueda permitirle cruzarla; no hay salvador, ni maestro, ni gurú que pueda conducirlo hacia lo real o que pueda destruir esta separación. La división no es entre lo real y usted; está en usted mismo.

... Lo esencial es comprender el creciente conflicto del deseo; esta comprensión llega tan sólo mediante el conocimiento propio y la percepción constante de los movimientos del «yo».»


3 de Febrero

«¿Puede la mente vulgar volverse sensible?

Preste atención a la pregunta, al significado que hay detrás de las palabras: Puede la mente vulgar volverse sensible? Si digo que mi mente es vulgar, y trato de volverme sensible, el esfuerzo mismo de volverme sensible es vulgaridad. Por favor, vea esto. No se sienta perplejo, obsérvelo.

Mientras que, si reconozco que soy vulgar, sin tratar de cambiar eso, sin procurar volverme sensible, si empiezo a comprender qué es la vulgaridad, si la observo en mi vida de día en día, si observo mi modo voraz de comer, la rudeza con que trato a la gente, el orgullo, la arrogancia, la tosquedad de mis hábitos y pensamientos, entonces esa observación misma transforma lo que es.

De igual modo, si soy necio y digo que debo volverme inteligente, el esfuerzo de volverme inteligente es tan sólo una forma ampliada de necedad, ya que lo importante es comprender la necedad. Por mucho que pueda tratar de volverme inteligente, mi necedad habrá de continuar. Puedo adquirir el refinamiento superficial de la erudición, puedo ser hábil para citar libros, repetir pasajes de grandes autores, pero básicamente seguiré siendo un necio.

En cambio, si veo y comprendo la necedad tal como se expresa en mi vida cotidiana en el comportamiento con mi sirviente, en el modo como considero a mi prójimo, al hombre pobre, al hombre rico, al empleado de la tienda-, entonces esa misma percepción alerta trae consigo la disolución de la necedad.»


2 de Febrero

«Todo devenir es desintegración

La mente tiene una idea, quizás agradable, y quiere ser como esa idea, la cual es una proyección de su deseo. Usted es esto, que no le agrada, y quiere llegar a ser aquello, que le agrada. El ideal es una autoproyección; lo opuesto es una extensión de lo que es, no es en absoluto lo opuesto, sino una continuidad de lo que es, quizás algo modificada. La proyección es obstinada, y el conflicto es la lucha en pos de esa proyección [...]. Usted lucha por llegar a ser algo, y ese algo es parte de usted mismo.

El ideal es su propia proyección. Vea cómo la mente se ha jugado un truco a sí misma. Usted se está esforzando tras las palabras, persigue su propia proyección, su propia sombra. Es violento y lucha por llegar a ser no violento, el ideal; pero el ideal es una proyección de lo que es. Sólo que bajo un nombre diferente.

Cuando se da cuenta de este truco que se ha jugado a sí mismo, lo falso es visto como falso. La lucha en pos de una ilusión es el factor que desintegra. Todo conflicto, todo devenir es desintegración. Cuando hay una lúcida percepción de este truco que la mente se ha jugado a sí misma, entonces sólo existe lo que es. Cuando la mente se ha despojado de todo el devenir, de todos los ideales, de toda comparación y condena, cuando su propia estructura se ha derrumbado, entonces lo que es ha sufrido una completa transformación.

En tanto damos un nombre a lo que es, hay una relación entre la mente y lo que es, pero cuando este proceso de nombrar que es memoria, que es la estructura misma de la mente- ha dejado de ser, también ha dejado de existir lo que es. Sólo en esta transformación hay integración.»


1 de Febrero

«El devenir es lucha

La vida tal como la conocemos, nuestra vida cotidiana, es un proceso de devenir, de llegar a ser. Soy pobre y actúo con un objetivo en perspectiva, el cual es llegar a ser rico. Soy feo y quiero volverme atractivo.

Por lo tanto, mi vida es un proceso de llegar a ser alguna cosa. La voluntad de ser es la voluntad de devenir, en diferentes niveles de conciencia, en diferentes estados; en ello hay reto, respuesta, hay un nombrar, un registrar.

Ahora bien, este devenir es lucha, es dolor, ¿verdad? Es un esfuerzo constante: soy esto, y quiero llegar a ser aquello.»


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